Son de sobras conocidos. Baratos y, la mayoría, de fácil aplicación. Desde apagar luces, bajar ligeramente el termostato de la calefacción, usar agua fría en la lavadora y poner el lavavajillas solo cuando está lleno hasta colocar materiales aislantes en las tuberías e instalar bombillas de bajo consumo. Con un simple cambio de hábitos y pequeños trucos caseros, la factura de la luz en los hogares catalanes puede reducirse hasta un 10%, según el Índice de Eficiencia Energética en el Hogar de Gas Natural-Fenosa. Para una factura anual de 1.000 euros, incluyendo el gas si se dispone, sería un ahorro de 100 euros.
«Aunque nuestro mundo ya está construido y no se pueden derruir las casas para volver a levantarlas de manera más eficiente, pequeñas acciones pueden tener un impacto elevado», resume Manolo Vílchez, activista ambiental. Vílchez, que ahora impulsa un negocio de cocinas solares, contesta a las preguntas desde una habitación iluminada con una lámpara led de solo dos vatios, frente a los 60 de una bombilla clásica. «La luz es agradable y me permite leer perfectamente». Un poco de tecnología y un mucho de preocupación personal hacen que el consumo en su piso de Santa Coloma de Gramenet sea, según sus propios cálculos, la mitad que en otro domicilio al que el ahorro le traiga sin cuidado.
TAMBIÉN CON EL COCHE Lograr éxitos en el ámbito doméstico es esencial porque, según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), los domicilios consumen el 20% de la energía final de España, y con tendencia a aumentar el porcentaje. Además, el transporte sigue siendo el sector más consumidor, con un 36,2% del total energético español, pero la mitad es vinculable también a usos particulares.
Vílchez explica que se habla mucho de bombillas, pero que es en la climatización donde hay mayor capacidad de ahorro porque es justamente donde se gasta más. «Algo tan sencillo como pintar las paredes de color claro y revestir las fachadas con aislantes tiene un gran efecto», dice. En su opinión, más incluso que la construcción, la rehabilitación de viviendas con criterios sostenibles debería ser una apuesta prioritaria de las administraciones.
Vílchez afirma que en su forma de actuar influyeron sus ideales, su deseo de preservar el planeta, pero que ahora nos encontramos ante una cuestión puramente económica. «Con el precio de la gasolina por las nubes –advierte–, verás cómo la gente empieza a preocuparse por estas cosas. La eficiencia y las renovables nos hacen más soberanos».
CONOCER EL CONSUMO En cuanto a hábitos, hay aspectos curiosos, como destaca el informe de Gas Natural: pese a que la mayoría de los catalanes sabe que cocinar con ollas de un diámetro igual o superior al fogón es una buena medida de eficiencia –porque así se aprovecha todo el calor que desprende el hornillo–, solo un 66% admite fijarse en el tamaño de la cacerola antes de llevarla al fuego. En el mismo porcentaje están quienes se acuerdan de cambiar la temperatura del calentador cuando llega el verano o el invierno. El informe constata que los hombres tienen costumbres más eficientes que las mujeres, que el colectivo más preocupado por los aspectos ambientales tiene entre 35 y 49 años y que las personas que trabajan fuera de casa son también más ahorradoras.
Jordi Miralles, presidente de la Fundación Terra, está convencido de que un hogar puede ahorrar un mínimo de un 10% mediante acciones sencillas, aunque en su opinión lo fundamental es que las autoridades acaben por creerse que las grandes políticas ambientales, como las energías renovables y el fomento del transporte por tren, son prioritarias. Miralles dispone en su vivienda de un aparato que puede hacer milagros a la hora de cambiar conciencias: además del habitual contador eléctrico, se ha instalado en el comedor un sencillo accesorio que le traduce los datos a euros y emisiones de CO2. Bien visible. El suyo se llama Efrgy, aunque los hay de diversas marcas.
«Aunque nuestro mundo ya está construido y no se pueden derruir las casas para volver a levantarlas de manera más eficiente, pequeñas acciones pueden tener un impacto elevado», resume Manolo Vílchez, activista ambiental. Vílchez, que ahora impulsa un negocio de cocinas solares, contesta a las preguntas desde una habitación iluminada con una lámpara led de solo dos vatios, frente a los 60 de una bombilla clásica. «La luz es agradable y me permite leer perfectamente». Un poco de tecnología y un mucho de preocupación personal hacen que el consumo en su piso de Santa Coloma de Gramenet sea, según sus propios cálculos, la mitad que en otro domicilio al que el ahorro le traiga sin cuidado.
TAMBIÉN CON EL COCHE Lograr éxitos en el ámbito doméstico es esencial porque, según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), los domicilios consumen el 20% de la energía final de España, y con tendencia a aumentar el porcentaje. Además, el transporte sigue siendo el sector más consumidor, con un 36,2% del total energético español, pero la mitad es vinculable también a usos particulares.
Vílchez explica que se habla mucho de bombillas, pero que es en la climatización donde hay mayor capacidad de ahorro porque es justamente donde se gasta más. «Algo tan sencillo como pintar las paredes de color claro y revestir las fachadas con aislantes tiene un gran efecto», dice. En su opinión, más incluso que la construcción, la rehabilitación de viviendas con criterios sostenibles debería ser una apuesta prioritaria de las administraciones.
Vílchez afirma que en su forma de actuar influyeron sus ideales, su deseo de preservar el planeta, pero que ahora nos encontramos ante una cuestión puramente económica. «Con el precio de la gasolina por las nubes –advierte–, verás cómo la gente empieza a preocuparse por estas cosas. La eficiencia y las renovables nos hacen más soberanos».
CONOCER EL CONSUMO En cuanto a hábitos, hay aspectos curiosos, como destaca el informe de Gas Natural: pese a que la mayoría de los catalanes sabe que cocinar con ollas de un diámetro igual o superior al fogón es una buena medida de eficiencia –porque así se aprovecha todo el calor que desprende el hornillo–, solo un 66% admite fijarse en el tamaño de la cacerola antes de llevarla al fuego. En el mismo porcentaje están quienes se acuerdan de cambiar la temperatura del calentador cuando llega el verano o el invierno. El informe constata que los hombres tienen costumbres más eficientes que las mujeres, que el colectivo más preocupado por los aspectos ambientales tiene entre 35 y 49 años y que las personas que trabajan fuera de casa son también más ahorradoras.
Jordi Miralles, presidente de la Fundación Terra, está convencido de que un hogar puede ahorrar un mínimo de un 10% mediante acciones sencillas, aunque en su opinión lo fundamental es que las autoridades acaben por creerse que las grandes políticas ambientales, como las energías renovables y el fomento del transporte por tren, son prioritarias. Miralles dispone en su vivienda de un aparato que puede hacer milagros a la hora de cambiar conciencias: además del habitual contador eléctrico, se ha instalado en el comedor un sencillo accesorio que le traduce los datos a euros y emisiones de CO2. Bien visible. El suyo se llama Efrgy, aunque los hay de diversas marcas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario