El otro día fui a una conferencia sobre la vida matrimonial y el conferencista daba algunas recomendaciones para mejorar la relación en la vida cotidiana, y entonces de una lista de varios tips mencionó el siguiente:
“No hagas el centro de tu vida aquello que no tienes”.
Rápidamente apunté esa idea en mi libreta y la subrayé. Me di cuenta que me venía como anillo al dedo. ¿Cuántas horas del día me la paso pensando en lo que no tengo? Le doy mil vueltas en la cabeza a las ideas de “me falta” por ejemplo: me faltan muebles, me falta ropa, me falta adelgazar, me falta ganar más dinero, me falta estudiar una maestría, me falta un coche nuevo, me falta dinero para ir de viaje…
Hasta que llega el momento en que termino sintiéndome mal con tantos pensamientos negativos y acabo un poco frustrada.
Claro, cuando uno le da tanta importancia a lo que no se tiene podemos acabar bastante agobiados y somos presa fácil de los hábitos de consumo que nos impone la sociedad materialista en la que “tanto tienes, tanto vales” y entonces empezamos una carrera interminable por conseguir aquello que según nosotros “debemos tener”. Eso nos lleva a endeudarnos en exceso, a trabajar demasiado, a pasar poco tiempo con la familia e incluso a cambiar nuestra jerarquía de valores o de prioridades.
Así que para mí una regla de vida es no poner lo que no tengo como lo más importante, sino por el contrario valorar lo que sí se tiene.
Te propongo un ejercicio: Cada vez que te encuentres con un pensamiento en tu cabeza de “no tengo” ó “me falta” y notes en ti cierta frustración o tristeza, cambia ese pensamiento por “necesito” y luego formúlalo como pregunta y contéstate a ti mismo para verificar si de verdad lo necesitas. Por ejemplo:
Me falta un sillón nuevo…. Lo cambio por:
Necesito un sillón nuevo… Lo cambio a pregunta:
¿Necesito un sillón nuevo?
Mi respuesta: NO.
Notas que cuando lo cambias a pregunta tu respuesta viene de la razón y no de la emoción.
Bueno, mi respuesta también podría ser: Si necesito un sillón nuevo. En ese caso puedo establecerlo como una meta que quiero lograr. Entonces lo cambio a “Necesito un sillon nuevo que compraré dentro de 3 meses si ahorro dos mil pesos mensuales”.
Notas que con este ejercicio pasas de la emoción a la razón estableciendo una META específica, medible, alcanzable, real y estableciendo un tiempo específico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario