Navidad en familia... ¡y qué familia!
Francesc Escribano
Ya la tenemos encima. Una Navidad más. Más o menos, como cada año. Las luces, los pesebres, la lotería, las comidas… El tiempo pasa, la tradición se mantiene con pocas variaciones y lo único que cambia es lo que ha sido siempre el centro de la fiesta: la familia. Por eso lo tendríamos difícil si quisiéramos representar a una familia típica alrededor del árbol o del belén, porque familias típicas, de aquellas de antes, casi ya no quedan. Las familias nucleares y clásicas han dado paso a una realidad diversa y variada donde lo que es normal ahora es lo que era extraordinario hace unos años. No hay más que fijarse en la manera cómo ha evolucionado la representación de la familia en la ficción. Las comedias de situación americanas, producto familiar por excelencia, son un buen referente. Comedias míticas como, por ejemplo, I love Lucy, La Tribu de los Brady o Los Walton fueron pioneras y marcaron una época. La familia convencional era la referencia incontestable de aquellos tiempos. Pero todo cambia y la ficción, para ser creíble, ha tenido que alejarse de los patrones clásicos.
Los Simpson, que esta semana ha cumplido 21 años, es un buen ejemplo. Con ella llegó el escándalo, al menos para algunos sectores conservadores que pusieron el grito en el cielo ante una familia que presagiaba una realidad que no querían ver ni reconocer. Por eso en 1992 el presidente de EEUU, George H.W. Bush, padre del Bush amigo de Aznar, en su campaña para retornar a los valores tradicionales de la familia dijo que su objetivo era conseguir familias «más parecidas a los Walton y menos a los Simpson». Pues bien, no lo logró, y no sé qué pensará ahora el presidente Bush, dos décadas más tarde, cuando pone en marcha la tele y ve que los Simpson, como familia, se quedan cortos si los comparamos con las familias protagonistas de las series de éxito actuales, como Family Guy, Two and half men o Modern family. Series donde lo que funciona, precisamente, son las familias disfuncionales. Quizá porque reflejan los cambios que en la vida real ha tenido la familia, una institución de toda la vida que cada vez es menos tradicional.
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