Para hablar de fútbol se sentó Gerard Piqué en la sala de prensa de Sant Joan Despí. De victorias, rivales, compañeros, campos, árbitros, incluso de Mourinho, siendo como son el Madrid y sus representantes un tema tabú en el Barça. De Shakira, amoríos, amigos con camisa de cuadros y paparazzi, no hay nada que comentar. No en la ciudad deportiva. Tal vez en otro lugar, ante otros medios y ante otros periodistas. Quizá otro día.
Serio se puso Piqué el primer día que hablaba desde que trascendió -y publicitó, colgando una foto en internet-su relación con la cantante colombiana. Decenas de voces se escucharon antes que la del defensa. El día en que tuvo la oportunidad de hablar, se limitó a deslindar la esfera deportiva de la privada, a pesar de que la frontera entre esos dos mundos se ha difuminado.
«Entiendo la crítica mientras es deportiva. Lo que no me gusta es que la gente coja la excusa fácil de que el rendimiento depende de mi vida privada», explicó Piqué. Poco podrá hacer ante las habladurías. Se defiende contra cualquiera en el campo, pero no se ve capaz de impedir los chismes. «Es inevitable, vende más lo otro», dijo. Lo otro es su relación con Shakira. La marcha de la cantante hacia América el pasado viernes para iniciar una gira de conciertos ha aligerado la presión periodística sobre Piqué, que acumula ya 15 partidos consecutivos, desde que comenzó el 2011, sin descansar.
Lo hará el martes ante el Arsenal, obligado por sanción. Será el día en que reaparezca Carles Puyol, ausente en el último mes por una tendinopatía en la rodilla. «Conociéndole, apostaría a que jugará», aventuró Piqué. El capitán ya se sumó ayer al trabajo con el grupo, aunque parcialmente. Su reaparición se vislumbra para la Champions.
Piqué no ha disfrutado de la seguridad y la garra que le brinda la compañía de Puyol, pero ha tenido a su lado la velocidad y la serenidad de Abidal. El Barça ha sumado siete victorias en los nueve encuentros que ha disputado sin Puyi. La de Mestalla, aparte de ser la primera de la era Guardiola en el campo del Valencia, es «un golpe sobre la mesa» de la Liga, a juicio de Piqué.
Ni siquiera en el terreno del tercero de la Liga sucumbe el once azulgrana. Ni siquiera en un césped maltrecho y seco. «En vez de fijarse en quién se quita la camiseta en un gol, la federación debería marcar unas normas para que los campos estuvieran mínimanente en condiciones», reclamó Piqué, indiferente al último numerito verbal de Mourinho: «Es la misma estrategia que sigue desde que llegó y no la abandonará hasta que se marche».
Serio se puso Piqué el primer día que hablaba desde que trascendió -y publicitó, colgando una foto en internet-su relación con la cantante colombiana. Decenas de voces se escucharon antes que la del defensa. El día en que tuvo la oportunidad de hablar, se limitó a deslindar la esfera deportiva de la privada, a pesar de que la frontera entre esos dos mundos se ha difuminado.
«Entiendo la crítica mientras es deportiva. Lo que no me gusta es que la gente coja la excusa fácil de que el rendimiento depende de mi vida privada», explicó Piqué. Poco podrá hacer ante las habladurías. Se defiende contra cualquiera en el campo, pero no se ve capaz de impedir los chismes. «Es inevitable, vende más lo otro», dijo. Lo otro es su relación con Shakira. La marcha de la cantante hacia América el pasado viernes para iniciar una gira de conciertos ha aligerado la presión periodística sobre Piqué, que acumula ya 15 partidos consecutivos, desde que comenzó el 2011, sin descansar.
Lo hará el martes ante el Arsenal, obligado por sanción. Será el día en que reaparezca Carles Puyol, ausente en el último mes por una tendinopatía en la rodilla. «Conociéndole, apostaría a que jugará», aventuró Piqué. El capitán ya se sumó ayer al trabajo con el grupo, aunque parcialmente. Su reaparición se vislumbra para la Champions.
Piqué no ha disfrutado de la seguridad y la garra que le brinda la compañía de Puyol, pero ha tenido a su lado la velocidad y la serenidad de Abidal. El Barça ha sumado siete victorias en los nueve encuentros que ha disputado sin Puyi. La de Mestalla, aparte de ser la primera de la era Guardiola en el campo del Valencia, es «un golpe sobre la mesa» de la Liga, a juicio de Piqué.
Ni siquiera en el terreno del tercero de la Liga sucumbe el once azulgrana. Ni siquiera en un césped maltrecho y seco. «En vez de fijarse en quién se quita la camiseta en un gol, la federación debería marcar unas normas para que los campos estuvieran mínimanente en condiciones», reclamó Piqué, indiferente al último numerito verbal de Mourinho: «Es la misma estrategia que sigue desde que llegó y no la abandonará hasta que se marche».
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