El Barça ha dormido cerca del campo que aparece en sus sueños, el escenario donde este club sufrió un chasquido que cambió la historia y le trasladó a una dimensión desconocida hasta entonces. No, no es el Emirates, la casa del Arsenal, el rival de hoy (20.45, TV-3). Es Wembley, el primer paso del camino de gloria que trazó Johan Cruyff y que, hoy, uno de los héroes de aquel 20 de mayo del 92, Pep Guardiola, ha convertido en un paseo admirable. En Londres empezó todo y en Londres puede cerrarse este gran rondo azulgrana el 28 de mayo, 19 años después, sin dejar de tocar el balón, desde el creador al gran apóstol del cruyffismo. La Champions conduce otra vez a Wembley. Al nuevo y moderno Wembley. Y hacia ahí apunta el Barça, el nuevo y moderno Barça.
Pero el camino es largo aunque Guardiola ha escogido también para Europa la versión corta de los viajes que ha instaurado en la Liga desde su llegada. El Barça estará apenas 30 horas en Londres, donde llegó por la tarde y ni tan siquiera entrenó en el Emirates (lo hizo en Barcelona), un recinto que los jugadores pisaran una hora antes del duelo. «A veces pruebo cosas que son absurdas y no sirven, pero quería que los jugadores estuvieran con su familia. No le busquéis tres pies al gato», pidió el técnico azulgrana.
Es su fórmula para descargar a un equipo que sabe que para alcanzar la final hay que sufrir. Que la frontera entre llegar y quedarse a mitad de recorrido es una finísima línea que nunca es fácil cruzar. Así que, por más cerca que Guardiola haya dormido de Wembley, solo mira al Emirates, de donde hace un año salió con un 2-2 gracias a dos goles de una figura perdida en la memoria: Ibrahimovic. Poco premio después de una primera hora que los gunners siguieron con la boca abierta. La liquidación del Arsenal la consumó Messi en la vuelta con cuatro goles.
CUENTAS PENDIENTES / Hubo un tiempo en que Guardiola miraba al Arsenal con admiración, igual que antes lo había hecho con el Ajax, equipos a los que veneraba por una cuestión de estilo. Hoy, como ocurre con el dream team, su idea ha superado a los originales, y es Wenger el que debe envidiarle por haber encontrado en poco tiempo lo que él lleva buscando toda la vida. Al Arsenal le gustaría ser el Barça, pero por más que se le parezca, aunque no en sus señas de identidad, convertido en una torre de babel donde domina el francés y con solo dos ingleses ( Walcott y Wishele), sigue lejos del modelo. «Es el mejor equipo del mundo, pero si les eliminamos tenemos opciones de ganar este torneo», dijo el técnico. Si alguien tiene cuentas pendientes con el Barça es él. Son ya varias, con la final de París en primera fila.
OCTAVOS PELIGROSOS / Por más que el original esté muy por encima del imitador, el Barça aparece en Londres más cerca del suelo que nunca. Y no solo por el toque de atención de Gijón y el frenazo a lo que parecía una racha que no iba a detenerse nunca. También flotan recuerdos que dan a esta eliminatoria un aire peligroso. Guardiola no olvida la primera media hora en Lyón de hace dos años donde Benzema les dejó con vida, ni el desastroso partido ante el Stuttgart, desconexiones que en una eliminatoria se pagan caro.
Con la única baja de Puyol, que cubrirá el mariscal Abidal, hay que apostar por el equipo de gala, el de las manitas. La Champions no tolera según qué rotaciones. Los mejores contra los mejores. Así que, por poco que pueda, ahí estará Nasri, recién recuperado de una lesión. Wenger le necesita tanto como a Cesc o Van Persie, el goleador que no juega como tal, al estilo Messi, salvando las distancias, por supuesto. Y, junto a ellos, los dos jóvenes ingleses, el talento de Wishele y la velocidad de Walcott, la pieza que revolucionó el duelo de hace un año y que exigirá lo mejor de Maxwell.
Todo el Arsenal exigirá lo mejor del Barça. Ha estado muy cerca de Wembley, pero para volver le queda una larga vuelta por Europa.
dos,equipos,un,balon
Pero el camino es largo aunque Guardiola ha escogido también para Europa la versión corta de los viajes que ha instaurado en la Liga desde su llegada. El Barça estará apenas 30 horas en Londres, donde llegó por la tarde y ni tan siquiera entrenó en el Emirates (lo hizo en Barcelona), un recinto que los jugadores pisaran una hora antes del duelo. «A veces pruebo cosas que son absurdas y no sirven, pero quería que los jugadores estuvieran con su familia. No le busquéis tres pies al gato», pidió el técnico azulgrana.
Es su fórmula para descargar a un equipo que sabe que para alcanzar la final hay que sufrir. Que la frontera entre llegar y quedarse a mitad de recorrido es una finísima línea que nunca es fácil cruzar. Así que, por más cerca que Guardiola haya dormido de Wembley, solo mira al Emirates, de donde hace un año salió con un 2-2 gracias a dos goles de una figura perdida en la memoria: Ibrahimovic. Poco premio después de una primera hora que los gunners siguieron con la boca abierta. La liquidación del Arsenal la consumó Messi en la vuelta con cuatro goles.
CUENTAS PENDIENTES / Hubo un tiempo en que Guardiola miraba al Arsenal con admiración, igual que antes lo había hecho con el Ajax, equipos a los que veneraba por una cuestión de estilo. Hoy, como ocurre con el dream team, su idea ha superado a los originales, y es Wenger el que debe envidiarle por haber encontrado en poco tiempo lo que él lleva buscando toda la vida. Al Arsenal le gustaría ser el Barça, pero por más que se le parezca, aunque no en sus señas de identidad, convertido en una torre de babel donde domina el francés y con solo dos ingleses ( Walcott y Wishele), sigue lejos del modelo. «Es el mejor equipo del mundo, pero si les eliminamos tenemos opciones de ganar este torneo», dijo el técnico. Si alguien tiene cuentas pendientes con el Barça es él. Son ya varias, con la final de París en primera fila.
OCTAVOS PELIGROSOS / Por más que el original esté muy por encima del imitador, el Barça aparece en Londres más cerca del suelo que nunca. Y no solo por el toque de atención de Gijón y el frenazo a lo que parecía una racha que no iba a detenerse nunca. También flotan recuerdos que dan a esta eliminatoria un aire peligroso. Guardiola no olvida la primera media hora en Lyón de hace dos años donde Benzema les dejó con vida, ni el desastroso partido ante el Stuttgart, desconexiones que en una eliminatoria se pagan caro.
Con la única baja de Puyol, que cubrirá el mariscal Abidal, hay que apostar por el equipo de gala, el de las manitas. La Champions no tolera según qué rotaciones. Los mejores contra los mejores. Así que, por poco que pueda, ahí estará Nasri, recién recuperado de una lesión. Wenger le necesita tanto como a Cesc o Van Persie, el goleador que no juega como tal, al estilo Messi, salvando las distancias, por supuesto. Y, junto a ellos, los dos jóvenes ingleses, el talento de Wishele y la velocidad de Walcott, la pieza que revolucionó el duelo de hace un año y que exigirá lo mejor de Maxwell.
Todo el Arsenal exigirá lo mejor del Barça. Ha estado muy cerca de Wembley, pero para volver le queda una larga vuelta por Europa.
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